El mundo es una burbuja de injusticia. Esto lo pensé el otro día cuando estaba leyendo el periódico.
La noticia del cierre de Megaupload ha corrido como la pólvora, y a día de hoy, veintiuno de enero,
dos días después del cierre del popular site de descargas, la noticia sigue siendo tema de portada.
Internautas y algunos autores se quejan de la tremenda injusticia del cierre y de la profunda recesión
que se va a producir al empezar a censurar Internet, con la que yo también estoy de acuerdo.
Sin embargo, hay noticias que han dejado de ser portada pero para las personas que desgraciadamente
las están viviendo en sus carnes es un tema de portada diario en horario ininterrumpido.
Son noticias, que llevan desde que por lo menos tengo uso de razón estando ahí, a la sombra. A veces,
son portada: ''Catástrofe alimentaria en el cuerno de África''. Muy bien, pero a la semana siguiente,
otra noticia es portada y parece que ya hemos erradicado el hambre en el mundo.
Claro, luego viene la crisis y nos echamos las manos a la cabeza y entonces somos víctimas.
Por supuesto sin acordarnos de gente que no ha vivido otra cosa que la crisis y mucho más acentuada
de lo que hay ahora. Nos quejamos del paro, pero hay gente que nunca en su vida ha tenido un trabajo
digno. Nos quejamos de la justicia, pero hay millones de personas que no conocen ese término.
Y, para más inri, no hace falta irse hasta África para ver pobreza. Mismamente en Madrid, si nos ponemos
a mirar detenidamente por la calle, encontraremos un montón de personas que viven como pueden en los
parques, en los soportales para guarecerse de las inclemencias del tiempo e incluso en algunos pasillos del metro. Pero en vez de compadecernos de ellos (parece que la compasión y la humildad se han muerto en esta era de consumismo), nos quejamos de que Madrid está muy sucio y lleno de mendigos. Y nosotros, que somos más chulos que un ocho, mandamos cartitas al Ayuntamiento o a quien corresponda quejándonos. Parece como si los pobres fueran pobres porque quieren. A veces, todos, creyentes y no creyentes, deberíamos hacer un poquito de examen de conciencia y ver qué podemos hacer que esté en nuestra mano para mejorar las cosas. Conozco a mucha gente que se queja de lo sucias que están las calles en Madrid, pero segundos después tiran un papel al suelo. ¿De qué nos quejamos entonces?
Es lo mismo que pasa con los latinos emigrantes en España. He oído a toda suerte de personas berreando porque 'son unos guarros', 'no saben vivir en sociedad', 'a ver si se van a su país y dejan de llenar el nuestro de mierda'. A alguien hay que echarle la culpa, para variar. Seguro que los emigrantes que vemos últimamente en Madrid llenando sus carros de chatarra que encuentran en los contenedores lo hacen porque ganar tres mil euros al mes sentados en una oficina y con una señorita que les traiga el café no les agrada en absoluto.
Y en plena crisis, ya hay muchísimas personas que han tenido que emigrar a otros países para poder ganarse un sueldo decente. Eso, señores míos, también es emigración. Y estoy segura de que si no te queda más remedio que irte a otro país a trabajar, como muchas personas tienen que venir a España, te sentirías como un despojo social si tu honorabilidad se viera criticada por ser español, si te consideraran lo más bajo de la sociedad en la que vivas.
Afortunadamente, todas estas cuestiones se pueden solucionar entre todos. Pero es mucho más sencillo girar la cabeza y mirar hacia otro lado, seguir con nuestras quejas porque somos los mejores.
Muchas personas me han dicho que tengo una humanidad y una sensibilidad enormes, pero yo digo que no. No soy un ser ejemplar ni muchísimo menos. Sólo soy un ser humano.
Y que nadie que piense como yo, se crea el mejor ser que puebla la Tierra. Porque no lo es. Simplemente es el pensamiento que deberíamos tener todos y cada uno de nosotros con respecto a los demás y la sociedad en la que vivimos.